Hay dos tipos de personas, aquellas que solucionan sus problemas y aquellas que deciden vivir con ellos y sufrir.
Cuando ya se decide a acudir a un terapeuta, está tomando las riendas de su vida.
La persona asume que su situación es mejorable, que merece sentirse bien y que puede hacer algo para ello.
Es humilde porque acepta que no tiene la manera de solucionarlo sola.
La terapia, a veces, le incomodará, pero, habrá alguien al lado dispuesto a acompañar, a sostener, ayudando a tomar
consciencia y aprender la lección que le tocó en este «día de colegio», como llamo Bach a la vida.
Alejandra Ruzo

