Cuando nos exigimos desmedidamente, a menudo nos motiva más el miedo a fallar que el deseo de mejorar.
Nos juzgamos y nos sometemos a la tiranía del “debería”.
Equiparamos el error al fracaso y damos excesivo valor a las expectativa de los demás.
La auto exigencia se debe también a querer tener todo bajo control.
Y esto se traduce en insomnio, dolores de cabeza, contracturas, gastritis, etc.
La terapia floral es una excelente solución natural para equilibrarnos.
Alejandra Ruzo

